Cine y Espiritualidad



SIGNIS tiene una reconocida tradición de apreciación de la imagen en movimiento que
se remonta a 1928, valorando el arte en la imagen y destacando como este arte puede
trascender lo superficial y alcanzar lo profundo del espíritu humano.

La belleza del cine y la producción de la imagen puede elevar la condición humana, al afirmar una dignidad humana integral, al celebrar nuestra diversidad humana, al nutrir la solidaridad humana y al expresar poderosamente el profundo sentido de la vida humana.

En el mundo actual donde la explosión de la tecnología digital ha ampliado esta expresión
artística hasta el extremo de convertirnos a todos no sólo en consumidores sino también
en productores de imágenes y sentido, es más vital que nunca promover con franqueza y
vigor el sentido profundo de este arte, su significado y su poder.

En el pasado algunos habrán entendido que esta apreciación del arte de la imagen era
competencia exclusiva de los pocos iniciados, hoy es una urgente piedra basal para todos nosotros y para el desarrollo de nuestras sociedades.

¿En qué sentido se puede hablar de "espiritualidad del cine"?

Cuando vemos una película entramos en contacto cercano con historias humanas y, en ellas y a través de ellas, con el "espíritu" de hombres y mujeres; es decir, con aquello que anima a esas personas, las guía, les da sentido a sus vidas, las hace amar y luchar, salir adelante y lograr sus esperanzas, las ayuda a vivir por algo que vale.
¿En qué sentido se puede hablar de "espiritualidad del cine"?. Una película con buen espíritu puede ayudarnos a imaginar y elegir algo mejor para nuestra propia vida y la de nuestro mundo, algo que tenga más sabor de felicidad, de paz, de convivencia, de amor y de dignidad. Como creyentes cristianos sabemos que ese "espíritu" en hombres y mujeres viene del Espíritu de Dios actuando en nosotros.

Muchas películas son para cada espectador un "espejo de la vida", donde cada uno se reconoce y aprende de las experiencias ahí contadas cinematográficamente, que nos hacen entrar en nuestro interior y pensar sobre lo que hemos vivido y queremos vivir.
La experiencia espiritual que provoca el cine en cada persona está hecha de historias vividas y compartidas, de significados de la vida, de sentimientos y cuestionamientos, de movimientos interiores, para aprovechar y
discernir, en un diálogo vivo del espectador con la película, consigo mismo y con otros espectadores. No todas las películas lo logran; a veces porque uno mismo como espectador sólo busca "distraerse" con una película.

¿Retrato de la realidad o invención?

El arte cinematográfico no copia, ni retrata, ni inventa la realidad, sino que la refleja, la recrea, la comunica, la comparte, desde la mirada de un artista, de un realizador (el director, el guionista, y todo el equipo que interviene en una película). Desde esa mirada, una película puede ayudarnos a mirar la realidad de otra manera, desde otra perspectiva, con otros ángulos, acentos, tonos, ánimos; nos puede ayudar a redescubrirla, a reconocerla, a hacerla nuestra, a no quedarnos insensibles o indiferentes ante lo que nos rodea y lo que sucede a otros. Esto es lo que ha ido sucediendo con el cine latinoamericano, en una realidad social tan golpeada por las injusticias, la pobreza, la emigración, las heridas de las dictaduras.

¿Reflejo de nuestra historia?

Muchas películas de nuestros países de América Latina tienen la fuerza de abrirnos espacios para la esperanza y para la afirmación de nuestra dignidad humana,cuando otros ojos sólo verían desesperación e inhumanidad en nuestras situaciones. En ese sentido, la espiritualidad de nuestros pueblos latinoamericanos queda grabada en cintas fílmicas y se proyecta en las pantallas.
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