60 años del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata


 Miguel Monforte  Julio Neveleff
 

El Festival Internacional de Cine se realizará en esta ciudad en Marzo

(Título del diario La Capital, 28 de agosto de 1953.)

 

            En 2013 se cumplieron sesenta años desde que se pergeñó el mayor acontecimiento cultural y artístico de Mar del Plata, que permitió en pocos años la llegada a nuestras costas de artistas de renombre mundial en pleno apogeo de sus carreras, como Errol Flynn, Jeanne Moreau, Elsa Martinelli, Nuria Espert, Anna Karina, Mario Moreno Cantinflas, Paul Newman, Jean Paul Belmondo, Alain Delon, María Schell, George Hamilton, Jack Palance, Toshiro Mifune, Stefanía Sandrelli, Senta Berger, Alberto Sordi, Lee Strassberg, María Callas junto al director Pier Paolo Pasolini, Ugo Tognazzi, entre muchos otros que se codearon oportunamente en Mar del Plata con los más renombrados referentes del espectáculo local.

            La realización del Primer Festival Cinematográfico Internacional de Mar del Plata fue una idea del subsecretario de Informaciones y Prensa, Raúl Alejandro Apold, quien en 1953 presentó el proyecto al entonces presidente de la República, general Juan Domingo Perón, convenciéndolo de las ventajas culturales y políticas de un acontecimiento de esas características, en un contexto de cierto malestar social luego de seis años de apoyo popular masivo al gobierno. Un festival internacional de cine, al estilo de los que se comenzaban a desarrollar en Europa, en marzo de 1954, pocas semanas antes de las elecciones de intendentes y gobernadores, garantizaba distender la situación social con un evento artístico de gran magnitud, que llamaría la atención de todos los argentinos y posicionaría al gobierno nacional en el exterior. La ciudad elegida fue Mar del Plata, otrora capital del ocio de la oligarquía argentina, devenida en capital de las vacaciones de obreros y empleados de toda la nación a partir de los gobiernos justicialistas. «Verdadera síntesis de la República», diría Perón en el discurso inaugural del Festival. Esta concepción marcaría el derrotero del encuentro cinematográfico más importante de América Latina.

            Además de las motivaciones estrictamente políticas que rodearon al evento, la idea era también impulsar a la industria cinematográfica nacional a través de un acontecimiento de fuerte impacto popular. Juan Perón ya había tenido un acercamiento con los productores locales durante el período que estuvo a cargo de la Secretaría de Trabajo y Previsión, atendiendo los reclamos de intervencionismo estatal para proteger al cine nacional.

 

 

El amplio apoyo del general Juan Perón al festival internacional del cine señaló el Subsecretario de informaciones.

(Título del diario La Capital, 31 de agosto de 1953.)

 

A una iniciativa del general Perón obedece la realización del festival. Así lo manifestó el señor Apold al periodismo.

(Título y copete del desaparecido diario marplatense La Mañana, 31 de agosto de 1953.)

 

            Apold, ya con el consentimiento de Perón para organizar la cita cinematográfica, comenzó una intensa tarea. Viajó a los Estados Unidos en 1953 y se reunió con Eric Allen Johnston, presidente de la poderosa Motion Picture Association of America. La necesidad de una destacada presencia de la cinematografía norteamericana estaba basada no solo en su importancia como industria. La idea era también abrir el diálogo estratégico en aspectos que debilitaban al cine nacional: la escasez de material virgen para filmar, y el nuevo impulso del cine mexicano, principalmente subsidiado por los Estados Unidos, que le había quitado mercados al cine argentino, antiguo líder de la región. Un segundo viaje de Apold garantizó la llegada de las figuras estadounidenses Edward G. Robinson, Errol Flynn, Joan Fontaine, June Haver, Jeffrey Hunter, Fred MacMurray, Jeanette MacDonald y Barbara Rush. Esta delegación oficial se nutrió con otros integrantes, entre los que se encontraban Walter Pidgeon, presidente del Sindicato de Actores, y la veterana Mary Pickford con su marido, el actor y músico Charles Buddy Rogers, junto a otras estrellas de la gran pantalla de países europeos, que el mismo Raúl Apold se encargó de confirmar, viajando al viejo continente. La constelación de figuras que arribó a Mar del Plata en marzo del ´54 provocó el delirio de la población local, que manifestó su devoción cálidamente cada día que duró el acontecimiento, sorprendiendo a los artistas visitantes. El público marplatense ya marcaba un rasgo que se mantendría a través de todas las ediciones: la fidelidad hacia el festival y hacia sus estrellas.

            El Primer Festival Cinematográfico Internacional de Mar del Plata de 1954 fue una muestra no competitiva y participaron 18 países, exhibiéndose 52 largometrajes y 49 cortos. La Argentina estuvo representada por las películas La calle del pecado (Ernesto Arancibia, 1954) y El grito sagrado (Luis César Amadori, 1954). El cine Atlantic fue acondicionado para la proyección en 3-D y el Ocean Rex, por su parte, para el CinemaScope, un innovador sistema de pantalla más ancha que la habitual. Museo de cera (Andre De Toth, EE UU, 1953), con Vincent Price, y El manto sagrado (Henry Koster, EE UU, 1953), interpretado por Richard Burton, Jean Simmons y Victor Mature, fueron, respectivamente, los films que impactaron en estos formatos.

 

 

Mar del Plata congregará en su seno a las figuras cumbres del cine mundial.

(Título del diario La Mañana, 27 de febrero de 1954.)

 

            Con las primeras luces del lunes 8 de marzo estaba dispuesta en la estación ferroviaria de Constitución, en Buenos Aires, una formación de El Marplatense, tren dedicado en exclusividad al traslado de las delegaciones artísticas que participarían en la muestra. Se inició así otra tradición que habría de mantenerse en el tiempo: el Tren de las Estrellas.

            Un selecto conjunto de artistas argentinos ofició de anfitriones, acompañando a los extranjeros en el tren y a lo largo del desarrollo del encuentro. Estaba integrado por caracterizadas figuras del espectáculo, entre ellos Amelia Bence, Hugo del Carril, Eduardo Cuitiño, Analía Gadé, Santiago Gómez Cou, Laura Hidalgo, Angel Magaña, Iris Marga, Narciso Ibáñez Menta, Mirtha Legrand, Tita Merello, Mecha Ortiz, Nelly Panizza, Malvina Pastorino, Luis Sandrini, Juan Carlos Thorry y Olga Zubarry, entre otros.

            «Aleksandra Slaska, la actriz polaca, causó sensación ayer tarde en la Playa Bristol. Apareció luciendo malla color negro y gorra de baño color rosado. Cuando penetró en el agua, el público la rodeó y no la dejaban bañar tranquila"» (La Capital, 14 de marzo de 1954.)

            Son muchas y jugosas las anécdotas que surgen al repasar aquel Primer Festival Cinematográfico Internacional, algunas magnificadas por los años transcurridos. Lo cierto es que el actor estadounidense Errol Flynn, la figura más convocante del acontecimiento, se presentó en cuanta reunión social demandara su presencia y sorprendió a todos por su capacidad para ingerir litros de whisky, aunque más de una vez no terminara en el mejor estado. Concurrió varias veces al casino, sin mayor suerte. De hecho, una tarde perdió una abultadísima suma de dinero. Al enterarse Perón, ordenó que el gobierno nacional asumiera el pago, argumentando que «no vamos a cobrarle su mala suerte en la ruleta nada menos que a Erroll Flynn.»

 

 

¿La Lollobrigida en Chapadmalal"

 

            Una confusión histórica, que ha llegado hasta nuestros días, afirma que la actriz italiana Gina Lollobrigida asistió al festival del '54. Su visita adquirió ribetes míticos con el paso del tiempo. El hecho concreto es que, a pesar de haber sido invitada para acompañar la proyección durante el festival, en carácter de estreno, del film Pan, amor y fantasía (Luigi Comencini, Italia, 1953), que la tenía por protagonista, la actriz no pudo viajar, haciéndolo ocho meses después. Llegó a la Argentina junto a su marido, Mirko Skofic, en noviembre de 1954, en una visita también organizada por Apold, que la llevó a recorrer de la mano de Perón numerosas obras del gobierno, en la Capital Federal y en Mar del Plata

 

 

Con una cena en el Hotel Provincial fueron despedidas anoche las delegaciones asistentes al Festival Internacional del Cine.

(Título de La Mañana, 15 de marzo de 1954.)

 

            El Primer Festival Cinematográfico Internacional de Mar del Plata dejaría un saldo favorable para la ciudad, por su visibilidad internacional a través de la cobertura del periodismo especializado invitado. La constelación de estrellas internacionales reunidas hizo palidecer la convocatoria de festivales como los de Venecia y Cannes, y la industria cinematográfica nacional también comenzó a pensar su producción en términos universales. La pretendida continuidad que ilusionaba a muchos se diluyó en los avatares políticos que se sucedieron en el país a partir de 1955. Recién en 1959 se pudo concretar un nuevo festival internacional de cine en nuestra ciudad, esta vez organizado por la Asociación de Cronistas Cinematográficos de la Argentina, sin injerencia gubernamental ni participación directiva de la industria fílmica. Este fue el primer certamen competitivo, reconocido por la Federación Internacional de Festivales Cinematográficos, que le otorgó la Clase A, la misma que gozaban los festivales de Cannes, Venecia, Berlín y San Sebastián.

            Con estas características, el festival marplatense se desarrolló hasta 1966. En el medio, una edición se concretó en Buenos Aires en 1964. Luego, el gobierno militar que derrocó a Arturo Illia en 1966, posó su mano inepta también en nuestro cine. Hubo dos años (1967 y 1969) en que el festival no se pudo hacer. En el '67, porque los militares en el poder no estaban de acuerdo con que participaran las filmografías de los países socialistas del Este. El gobierno de facto se dio cuenta de ese error, de costos internacionales, y en el '68 el festival se volvió a realizar, pero con una gran injerencia del Instituto de Cine, que estaba intervenido por los militares, y con escandalosos casos de censura, que inclusive llegaron al extremo de cortar fragmentos de películas en transcurso mismo del festival. Los militares a cargo del Instituto Nacional de Cinematografía firmaron un acuerdo con las máximas autoridades del cine brasileño, para realizar anualmente un único festival cinematográfico internacional, que se desarrollaría entre Mar del Plata y Río de Janeiro alternadamente. Sin saberlo, los oficiales argentinos habían firmado un certificado de defunción.

            El festival de 1969 se llevó a cabo en Brasil, y el de 1970 sería el último en Mar del Plata, antes de una larguísima pausa de veintiséis años. Atrás quedaría la época de esplendor, con lo más relevante del cine mundial exhibido en las grandes y lujosas salas de la ciudad, el glamour demostrado en los cócteles y bailes de gala de ribetes hollywoodenses, los fugaces romances festivaleros. También quedarán en el recuerdo la visita de grandes directores e intelectuales, en una época en que el cine se pensaba y se discutía airadamente, como lo demuestran los comentarios de los encuentros entre los críticos e investigadores más importantes del mundo, reunidos en el Concejo Deliberante de nuestra ciudad durante varias ediciones de ese primer período. El festival fue también propicio en esta época para hacer negocios, uno de los más importantes intereses de la industria cinematográfica en una cita de estas características.

 

 

Llegó la hora para el 12º Festival de Cine.

(Título de La Capital, 7 de noviembre de 1996.)

 

            La segunda etapa del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, que disfrutamos desde 1996 hasta nuestros días, es más conocida por todos. Recuperado con gran esfuerzo por el Estado nacional, mantener la cita cinematográfica atlántica a través de las vicisitudes políticas, sociales y económicas que marcaron la historia de nuestro país en los últimos veintisiete años tampoco ha sido sencillo. En este contexto, habrá reiteraciones en los discursos: «A pesar de las dificultades económicas, aquí estamos"», dirá más de una autoridad en el inicio de cada edición

            Pero las cosas no mutaron solo en la Argentina. Durante la pausa sin festival (1971- 1996), el mundo había sobrellevado cambios sociopolíticos fundamentales. Los viejos paradigmas se derrumbaron para dar paso a otros, más urgentes y reactivos. Los medios de producción, comunicación y ocio recreativo también variaron, de la mano del imparable avance de la tecnología digital. El festival, de arraigo tradicionalista, tardó en actualizarse. Al principio de este período, el cuestionado Julio Mahárbiz (por entonces Director Nacional del Instituto de Cine y Artes Audiovisuales y también Presidente del Festival), intentó llamar la atención invitando figuras maduras que recibían afectuosos homenajes (Alain Delon, Jacqueline Bisset, Gina Lollobrigida, Catherine Deneuve, Raquel Welch, Sophia Loren, entre otros), acciones que fueron vilipendiadas por los costos que implicaban, pues cada una de estas figuras cobraba por venir. Maharbiz fue rápidamente atacado. Tenía una mala relación previa con buena parte de la prensa especializada, que lo acusaba de soberbio, ignorante y ultra politizado. No lo perdonaron.

            Tampoco tenía buena relación con la industria local, y si bien en 1996 y 1997 la presencia de las producciones cinematográficas argentinas dentro del festival fue muy importante, en 1998 se declaró un boicot y no concurrieron a la edición de ese año. Pero lo cierto es que en el "período Mahárbiz" tampoco faltaron artistas internacionales de renombre que estaban en plena actividad, como Gerard Depardieu, Carmen Maura, Ángela Molina, Francisco Paco Rabal, Assumpta Serna, Amparo Soler Leal, Pastora Vega, Rebecca De Mornay, Renée Zellweger, Geraldine Chaplin, Peter Fonda, Kathleen Turner, Chiara Mastroianni, entre muchos otros.

            Las gestiones posteriores a cargo del Festival pusieron, de a poco, la armonía necesaria para evitar los ataques. Se dio lugar a gente joven dentro de los equipos de programación y producción del festival, que brindó nuevos aires. Se agregaron secciones, se hicieron focos especializados, se sumaron más salas (llegaron a ser dieciocho en 2005), se exhibieron más películas (320, también en 2005), se multiplicó la cantidad de espectadores (llegó a ascender a 150.000), se buscó una identidad en la programación, se dio lugar al cine independiente, a los directores noveles, a las nuevas miradas. De todos modos nunca se dejaron de lado los films que mantenían el clasicismo formal ni a los directores consagrados, permitiendo una sana convivencia

 

".luego de tanto cine, enfrente está siempre el mar. Otro deleite para los ojos y el espíritu

(Santiago García, revista Leer Cine, Marzo de 2006)

 

            Un párrafo aparte merece la prensa especializada, sobre todo la porteña. Si bien hubo algunas pocas honrosas excepciones, durante su segunda época, el festival fue vilipendiado, ignorado o glorificado por los medios, de acuerdo a los intereses que unían a cada grupo periodístico con el evento. Ni siquiera los medios de comunicación oficiales se pudieron abstraer de actitudes semejantes. Por lo tanto, fueron muy escasos los ejemplos de ecuanimidad y crítica superadora. Lo que signó la mayoría de las aproximaciones al festival fue un vaivén entre el apoyo y el ninguneo, una actitud de toma de partido poco reflexiva que, en general, lo perjudicó. Afortunadamente, en las últimas ediciones, las críticas destructivas sin sentido disminuyeron y dejaron paso mayoritariamente a los comentarios estrictamente cinematográficos.

 

 

Las estrellas del festival son las películas.

(Frase acuñada por Miguel Pereira, Presidente del Festival a partir de 2003. La misma expresión utiliza José Martínez Suárez, quien sucedió a Pereira en 2008 y continúa hasta nuestros días)

 

            Ante los reclamos de la prensa por la "falta de estrellas y glamour", surgió el enunciado "las estrellas son las películas". Tanto Miguel Pereira como José Martínez Suárez, responsables máximos del festival sucesivamente, se afirmaron en esta apreciación para justificar el nuevo rumbo del encuentro cinematográfico marplatense, más orientado a la calidad de la grilla de exhibiciones que a llamar la atención mediática con divas o actores de moda. De todas maneras, figuras internacionales nunca faltaron: María de Medeiros, Tommy Lee Jones, Susan Sarandon, Tim Robbins, Willem Dafoe,  Jeremy Irons, Hugh Hudson, Juliette Binoche, Hanna Schygulla, Domingos de Oliveira, Emily Watson, Marisa Paredes, Edward James Olmos, José Wilker, Dominique Sandá, Blanca Guerra, Bruno Ganz, Eusebio Poncela, Sandrine Bonnaire, Alan Rickman, entre muchos otros menos reconocidos, además de renombrados directores foráneos y de muchísimos astros del cine nacional, se hicieron presentes en las más recientes ediciones del festival.

 

 

El público, verdadero protagonista.

(La Capital, 15 de marzo de 2007.)

 

            En el transcurso de los años que se sucedieron desde la recuperación del festival en 1996, hubo cambios en los gobiernos nacionales y provinciales, en las autoridades del INCAA y en las gestiones municipales, con dispares miradas y grados de apoyo al acontecimiento cultural más grande que tiene la ciudad. También se han renovado y han cambiado las autoridades del festival, sus inclinaciones artísticas, los premios oficiales y no oficiales, los catálogos, la cantidad de días de duración, las salas de exhibición, y hasta la fecha de realización, pero lo que permanece inalterable es el cariño y el acompañamiento de los vecinos de Mar del Plata hacia su Festival Internacional de Cine, que ante el comienzo de cada nueva edición, entran en "estado de gracia cinematográfica", como dijera oportunamente un inspirado intendente local.

 

 

 60 años del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata

Miguel Monforte " Julio Neveleff

 

 

El Festival Internacional de Cine se realizará en esta ciudad en Marzo 

(Título del diario La Capital, 28 de agosto de 1953.)

 

En 2013 se cumplieron sesenta años desde que se pergeñó el mayor acontecimiento cultural y artístico de Mar del Plata, que permitió en pocos años la llegada a nuestras costas de artistas de renombre mundial en pleno apogeo de sus carreras, como Errol Flynn, Jeanne Moreau, Elsa Martinelli, Nuria Espert, Anna Karina, Mario Moreno Cantinflas, Paul Newman, Jean Paul Belmondo, Alain Delon, María Schell, George Hamilton, Jack Palance, Toshiro Mifune, Stefanía Sandrelli, Senta Berger, Alberto Sordi, Lee Strassberg, María Callas junto al director Pier Paolo Pasolini, Ugo Tognazzi, entre muchos otros que se codearon oportunamente en Mar del Plata con los más renombrados referentes del espectáculo local.

La realización del Primer Festival Cinematográfico Internacional de Mar del Plata fue una idea del subsecretario de Informaciones y Prensa, Raúl Alejandro Apold, quien en 1953 presentó el proyecto al entonces presidente de la República, general Juan Domingo Perón, convenciéndolo de las ventajas culturales y políticas de un acontecimiento de esas características, en un contexto de cierto malestar social luego de seis años de apoyo popular masivo al gobierno. Un festival internacional de cine, al estilo de los que se comenzaban a desarrollar en Europa, en marzo de 1954, pocas semanas antes de las elecciones de intendentes y gobernadores, garantizaba distender la situación social con un evento artístico de gran magnitud, que llamaría la atención de todos los argentinos y posicionaría al gobierno nacional en el exterior. La ciudad elegida fue Mar del Plata, otrora capital del ocio de la oligarquía argentina, devenida en capital de las vacaciones de obreros y empleados de toda la nación a partir de los gobiernos justicialistas. «Verdadera síntesis de la República», diría Perón en el discurso inaugural del Festival. Esta concepción marcaría el derrotero del encuentro cinematográfico más importante de América Latina.

Además de las motivaciones estrictamente políticas que rodearon al evento, la idea era también impulsar a la industria cinematográfica nacional a través de un acontecimiento de fuerte impacto popular. Juan Perón ya había tenido un acercamiento con los productores locales durante el período que estuvo a cargo de la Secretaría de Trabajo y Previsión, atendiendo los reclamos de intervencionismo estatal para proteger al cine nacional.

 

 

El amplio apoyo del general Juan Perón al festival internacional del cine señaló el Subsecretario de informaciones. 

(Título del diario La Capital, 31 de agosto de 1953.)

 

A una iniciativa del general Perón obedece la realización del festival. Así lo manifestó el señor Apold al periodismo. 

(Título y copete del desaparecido diario marplatense La Mañana, 31 de agosto de 1953.)

 

Apold, ya con el consentimiento de Perón para organizar la cita cinematográfica, comenzó una intensa tarea. Viajó a los Estados Unidos en 1953 y se reunió con Eric Allen Johnston, presidente de la poderosa Motion Picture Association of America. La necesidad de una destacada presencia de la cinematografía norteamericana estaba basada no solo en su importancia como industria. La idea era también abrir el diálogo estratégico en aspectos que debilitaban al cine nacional: la escasez de material virgen para filmar, y el nuevo impulso del cine mexicano, principalmente subsidiado por los Estados Unidos, que le había quitado mercados al cine argentino, antiguo líder de la región. Un segundo viaje de Apold garantizó la llegada de las figuras estadounidenses Edward G. Robinson, Errol Flynn, Joan Fontaine, June Haver, Jeffrey Hunter, Fred MacMurray, Jeanette MacDonald y Barbara Rush. Esta delegación oficial se nutrió con otros integrantes, entre los que se encontraban Walter Pidgeon, presidente del Sindicato de Actores, y la veterana Mary Pickford con su marido, el actor y músico Charles Buddy Rogers, junto a otras estrellas de la gran pantalla de países europeos, que el mismo Raúl Apold se encargó de confirmar, viajando al viejo continente. La constelación de figuras que arribó a Mar del Plata en marzo del ´54 provocó el delirio de la población local, que manifestó su devoción cálidamente cada día que duró el acontecimiento, sorprendiendo a los artistas visitantes. El público marplatense ya marcaba un rasgo que se mantendría a través de todas las ediciones: la fidelidad hacia el festival y hacia sus estrellas.

El Primer Festival Cinematográfico Internacional de Mar del Plata de 1954 fue una muestra no competitiva y participaron 18 países, exhibiéndose 52 largometrajes y 49 cortos. La Argentina estuvo representada por las películas La calle del pecado (Ernesto Arancibia, 1954) y El grito sagrado (Luis César Amadori, 1954). El cine Atlantic fue acondicionado para la proyección en 3-D y el Ocean Rex, por su parte, para el CinemaScope, un innovador sistema de pantalla más ancha que la habitual. Museo de cera (Andre De Toth, EE UU, 1953), con Vincent Price, y El manto sagrado (Henry Koster, EE UU, 1953), interpretado por Richard Burton, Jean Simmons y Victor Mature, fueron, respectivamente, los films que impactaron en estos formatos.

 

 

Mar del Plata congregará en su seno a las figuras cumbres del cine mundial. 

(Título del diario La Mañana, 27 de febrero de 1954.)

 

Con las primeras luces del lunes 8 de marzo estaba dispuesta en la estación ferroviaria de Constitución, en Buenos Aires, una formación de El Marplatense, tren dedicado en exclusividad al traslado de las delegaciones artísticas que participarían en la muestra. Se inició así otra tradición que habría de mantenerse en el tiempo: el Tren de las Estrellas.

Un selecto conjunto de artistas argentinos ofició de anfitriones, acompañando a los extranjeros en el tren y a lo largo del desarrollo del encuentro. Estaba integrado por caracterizadas figuras del espectáculo, entre ellos Amelia Bence, Hugo del Carril, Eduardo Cuitiño, Analía Gadé, Santiago Gómez Cou, Laura Hidalgo, Angel Magaña, Iris Marga, Narciso Ibáñez Menta, Mirtha Legrand, Tita Merello, Mecha Ortiz, Nelly Panizza, Malvina Pastorino, Luis Sandrini, Juan Carlos Thorry y Olga Zubarry, entre otros. 

«Aleksandra Slaska, la actriz polaca, causó sensación ayer tarde en la Playa Bristol. Apareció luciendo malla color negro y gorra de baño color rosado. Cuando penetró en el agua, el público la rodeó y no la dejaban bañar tranquila"» (La Capital, 14 de marzo de 1954.)

Son muchas y jugosas las anécdotas que surgen al repasar aquel Primer Festival Cinematográfico Internacional, algunas magnificadas por los años transcurridos. Lo cierto es que el actor estadounidense Errol Flynn, la figura más convocante del acontecimiento, se presentó en cuanta reunión social demandara su presencia y sorprendió a todos por su capacidad para ingerir litros de whisky, aunque más de una vez no terminara en el mejor estado. Concurrió varias veces al casino, sin mayor suerte. De hecho, una tarde perdió una abultadísima suma de dinero. Al enterarse Perón, ordenó que el gobierno nacional asumiera el pago, argumentando que «no vamos a cobrarle su mala suerte en la ruleta nada menos que a Erroll Flynn.»

 

 

¿La Lollobrigida en Chapadmalal"

 

Una confusión histórica, que ha llegado hasta nuestros días, afirma que la actriz italiana Gina Lollobrigida asistió al festival del '54. Su visita adquirió ribetes míticos con el paso del tiempo. El hecho concreto es que, a pesar de haber sido invitada para acompañar la proyección durante el festival, en carácter de estreno, del film Pan, amor y fantasía (Luigi Comencini, Italia, 1953), que la tenía por protagonista, la actriz no pudo viajar, haciéndolo ocho meses después. Llegó a la Argentina junto a su marido, Mirko Skofic, en noviembre de 1954, en una visita también organizada por Apold, que la llevó a recorrer de la mano de Perón numerosas obras del gobierno, en la Capital Federal y en Mar del Plata

 

 

Con una cena en el Hotel Provincial fueron despedidas anoche las delegaciones asistentes al Festival Internacional del Cine. 

(Título de La Mañana, 15 de marzo de 1954.)

 

El Primer Festival Cinematográfico Internacional de Mar del Plata dejaría un saldo favorable para la ciudad, por su visibilidad internacional a través de la cobertura del periodismo especializado invitado. La constelación de estrellas internacionales reunidas hizo palidecer la convocatoria de festivales como los de Venecia y Cannes, y la industria cinematográfica nacional también comenzó a pensar su producción en términos universales. La pretendida continuidad que ilusionaba a muchos se diluyó en los avatares políticos que se sucedieron en el país a partir de 1955. Recién en 1959 se pudo concretar un nuevo festival internacional de cine en nuestra ciudad, esta vez organizado por la Asociación de Cronistas Cinematográficos de la Argentina, sin injerencia gubernamental ni participación directiva de la industria fílmica. Este fue el primer certamen competitivo, reconocido por la Federación Internacional de Festivales Cinematográficos, que le otorgó la Clase A, la misma que gozaban los festivales de Cannes, Venecia, Berlín y San Sebastián. 

Con estas características, el festival marplatense se desarrolló hasta 1966. En el medio, una edición se concretó en Buenos Aires en 1964. Luego, el gobierno militar que derrocó a Arturo Illia en 1966, posó su mano inepta también en nuestro cine. Hubo dos años (1967 y 1969) en que el festival no se pudo hacer. En el '67, porque los militares en el poder no estaban de acuerdo con que participaran las filmografías de los países socialistas del Este. El gobierno de facto se dio cuenta de ese error, de costos internacionales, y en el '68 el festival se volvió a realizar, pero con una gran injerencia del Instituto de Cine, que estaba intervenido por los militares, y con escandalosos casos de censura, que inclusive llegaron al extremo de cortar fragmentos de películas en transcurso mismo del festival. Los militares a cargo del Instituto Nacional de Cinematografía firmaron un acuerdo con las máximas autoridades del cine brasileño, para realizar anualmente un único festival cinematográfico internacional, que se desarrollaría entre Mar del Plata y Río de Janeiro alternadamente. Sin saberlo, los oficiales argentinos habían firmado un certificado de defunción. 

El festival de 1969 se llevó a cabo en Brasil, y el de 1970 sería el último en Mar del Plata, antes de una larguísima pausa de veintiséis años. Atrás quedaría la época de esplendor, con lo más relevante del cine mundial exhibido en las grandes y lujosas salas de la ciudad, el glamour demostrado en los cócteles y bailes de gala de ribetes hollywoodenses, los fugaces romances festivaleros. También quedarán en el recuerdo la visita de grandes directores e intelectuales, en una época en que el cine se pensaba y se discutía airadamente, como lo demuestran los comentarios de los encuentros entre los críticos e investigadores más importantes del mundo, reunidos en el Concejo Deliberante de nuestra ciudad durante varias ediciones de ese primer período. El festival fue también propicio en esta época para hacer negocios, uno de los más importantes intereses de la industria cinematográfica en una cita de estas características.

 

 

Llegó la hora para el 12º Festival de Cine. 

(Título de La Capital, 7 de noviembre de 1996.)

 

La segunda etapa del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, que disfrutamos desde 1996 hasta nuestros días, es más conocida por todos. Recuperado con gran esfuerzo por el Estado nacional, mantener la cita cinematográfica atlántica a través de las vicisitudes políticas, sociales y económicas que marcaron la historia de nuestro país en los últimos veintisiete años tampoco ha sido sencillo. En este contexto, habrá reiteraciones en los discursos: «A pesar de las dificultades económicas, aquí estamos"», dirá más de una autoridad en el inicio de cada edición

Pero las cosas no mutaron solo en la Argentina. Durante la pausa sin festival (1971- 1996), el mundo había sobrellevado cambios sociopolíticos fundamentales. Los viejos paradigmas se derrumbaron para dar paso a otros, más urgentes y reactivos. Los medios de producción, comunicación y ocio recreativo también variaron, de la mano del imparable avance de la tecnología digital. El festival, de arraigo tradicionalista, tardó en actualizarse. Al principio de este período, el cuestionado Julio Mahárbiz (por entonces Director Nacional del Instituto de Cine y Artes Audiovisuales y también Presidente del Festival), intentó llamar la atención invitando figuras maduras que recibían afectuosos homenajes (Alain Delon, Jacqueline Bisset, Gina Lollobrigida, Catherine Deneuve, Raquel Welch, Sophia Loren, entre otros), acciones que fueron vilipendiadas por los costos que implicaban, pues cada una de estas figuras cobraba por venir. Maharbiz fue rápidamente atacado. Tenía una mala relación previa con buena parte de la prensa especializada, que lo acusaba de soberbio, ignorante y ultra politizado. No lo perdonaron. 

Tampoco tenía buena relación con la industria local, y si bien en 1996 y 1997 la presencia de las producciones cinematográficas argentinas dentro del festival fue muy importante, en 1998 se declaró un boicot y no concurrieron a la edición de ese año. Pero lo cierto es que en el "período Mahárbiz" tampoco faltaron artistas internacionales de renombre que estaban en plena actividad, como Gerard Depardieu, Carmen Maura, Ángela Molina, Francisco Paco Rabal, Assumpta Serna, Amparo Soler Leal, Pastora Vega, Rebecca De Mornay, Renée Zellweger, Geraldine Chaplin, Peter Fonda, Kathleen Turner, Chiara Mastroianni, entre muchos otros. 

Las gestiones posteriores a cargo del Festival pusieron, de a poco, la armonía necesaria para evitar los ataques. Se dio lugar a gente joven dentro de los equipos de programación y producción del festival, que brindó nuevos aires. Se agregaron secciones, se hicieron focos especializados, se sumaron más salas (llegaron a ser dieciocho en 2005), se exhibieron más películas (320, también en 2005), se multiplicó la cantidad de espectadores (llegó a ascender a 150.000), se buscó una identidad en la programación, se dio lugar al cine independiente, a los directores noveles, a las nuevas miradas. De todos modos nunca se dejaron de lado los films que mantenían el clasicismo formal ni a los directores consagrados, permitiendo una sana convivencia

 

".luego de tanto cine, enfrente está siempre el mar. Otro deleite para los ojos y el espíritu

(Santiago García, revista Leer Cine, Marzo de 2006)

 

Un párrafo aparte merece la prensa especializada, sobre todo la porteña. Si bien hubo algunas pocas honrosas excepciones, durante su segunda época, el festival fue vilipendiado, ignorado o glorificado por los medios, de acuerdo a los intereses que unían a cada grupo periodístico con el evento. Ni siquiera los medios de comunicación oficiales se pudieron abstraer de actitudes semejantes. Por lo tanto, fueron muy escasos los ejemplos de ecuanimidad y crítica superadora. Lo que signó la mayoría de las aproximaciones al festival fue un vaivén entre el apoyo y el ninguneo, una actitud de toma de partido poco reflexiva que, en general, lo perjudicó. Afortunadamente, en las últimas ediciones, las críticas destructivas sin sentido disminuyeron y dejaron paso mayoritariamente a los comentarios estrictamente cinematográficos.

 

 

Las estrellas del festival son las películas. 

(Frase acuñada por Miguel Pereira, Presidente del Festival a partir de 2003. La misma expresión utiliza José Martínez Suárez, quien sucedió a Pereira en 2008 y continúa hasta nuestros días) 

 

Ante los reclamos de la prensa por la "falta de estrellas y glamour", surgió el enunciado "las estrellas son las películas". Tanto Miguel Pereira como José Martínez Suárez, responsables máximos del festival sucesivamente, se afirmaron en esta apreciación para justificar el nuevo rumbo del encuentro cinematográfico marplatense, más orientado a la calidad de la grilla de exhibiciones que a llamar la atención mediática con divas o actores de moda. De todas maneras, figuras internacionales nunca faltaron: María de Medeiros, Tommy Lee Jones, Susan Sarandon, Tim Robbins, Willem Dafoe,  Jeremy Irons, Hugh Hudson, Juliette Binoche, Hanna Schygulla, Domingos de Oliveira, Emily Watson, Marisa Paredes, Edward James Olmos, José Wilker, Dominique Sandá, Blanca Guerra, Bruno Ganz, Eusebio Poncela, Sandrine Bonnaire, Alan Rickman, entre muchos otros menos reconocidos, además de renombrados directores foráneos y de muchísimos astros del cine nacional, se hicieron presentes en las más recientes ediciones del festival.

 

 

El público, verdadero protagonista. 

(La Capital, 15 de marzo de 2007.)

 

En el transcurso de los años que se sucedieron desde la recuperación del festival en 1996, hubo cambios en los gobiernos nacionales y provinciales, en las autoridades del INCAA y en las gestiones municipales, con dispares miradas y grados de apoyo al acontecimiento cultural más grande que tiene la ciudad. También se han renovado y han cambiado las autoridades del festival, sus inclinaciones artísticas, los premios oficiales y no oficiales, los catálogos, la cantidad de días de duración, las salas de exhibición, y hasta la fecha de realización, pero lo que permanece inalterable es el cariño y el acompañamiento de los vecinos de Mar del Plata hacia su Festival Internacional de Cine, que ante el comienzo de cada nueva edición, entran en "estado de gracia cinematográfica", como dijera oportunamente un inspirado intendente local.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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