Por reflejar la fuerza y la capacidad del amor y la generosidad con la sola recompensa de la felicidad dMás allá de la siempre vigente discusión sobre la potencialidad intrínseca del relato cinematográfico, de su especificidad nunca bien ponderada, de las variaciones y experimentaciones formales, en este caso se vuelve a la tradición de la narración clásica. Es que se parte del cuento "largo, casi cercano a una breve nouvelle- para desarrollar una película con mínimas variaciones respecto del texto fuente original "fiel, como suele decirse no sin polémica-.
A partir de una decepción amorosa, Felicité se acerca repentinamente a la casa donde la joven y viuda Mathilde vive con sus pequeños "Virgine y Paul-. Antes, apenas se esbozan algunas escenas para mostrar cómo es burlada la inocencia de la protagonista principal "Felicité-.
Una vez aceptada en el hogar de la señora Aubain, se observa como las dos mujeres "diametralmente opuestas, por supuesto, en cuanto a formación, clase y carácter- conservan algo en común: hay en ellas algo que se desborda en el orden de lo afectivo, y que se expresa de distinta forma en una y otra. Mathilde Aubain, en la cerrazón de su espíritu, sólo vive para el recuerdo de su esposo difunto, ordenando tareas en su casa y criando fríamente a sus pequeños hijos. Felicité, en cambio, rápidamente encuentra en el amor que dispensa a los niños (físico, expresado en el contacto de los abrazos, de los juegos, de los besos), un espacio para mitigar ese pasado reciente que la ha perturbado.
Más allá del título "que se conserva del texto de Flaubert- es claro que la película enfoca a las dos mujeres: define al corazón simple de Felicité siempre en contraposición al de su ama, la señora Aubain.
Apreciamos una escena fundamental "tanto en el cuento como en la película- que marcará fundamentalmente la relación entre la señora y su empleada: en una visita al campo será la propia Felicité quien resguarde a la familia de los peligros que representa un toro salvaje. Entonces "y con un recurso visual muy apto para la operación de adaptación cinematográfica- Felicité también se muestra por su coraje, por su fuerza "casi tan primitiva como sus sentimientos-. Es así como la sierva se gana finalmente el corazón de su ama, aunque ésta no tenga (o contenga) la capacidad para expresarlo.
Pasaran los años y las vicisitudes de la vida serán enfrentadas por este hogar. Pero siempre hay una impronta que parece no perderse: las presencias siempre devienen ausencias, pérdidas, vacío en las relaciones. La señora de la casa transcurre su vida entre la férrea formación de sus hijos y alguna relación tan furtiva como reprimida. Sobre este punto, en la película, la directora Laine utiliza unos planos detalles de la espalda marcada de un amante (en la trama, un profesor de música de los hijos) que demuestran -además de su habilidad para interpretar el cuento flaubertiano- su capacidad para narrar audiovisualmente. Y no es poca cosa, por cierto.
Es una historia de sentimientos que, en muchos casos, se niegan naturalmente a encontrarse. Por eso todo vínculo se fuerza más y más hasta romperse; porque aparece con la fuerza pretérita de la pérdida. El caso del vínculo que Felicité maternalmente entabla con su sobrino Víctor, es un claro ejemplo de ello.
Y hay un claro rasgo femenino en el relato (en ambos, pero esto se ve reforzado en la película): los hombres, o ya están ausentes desde el inicio (el difunto esposo), o pronto naufragan en roles secundarios "el hijo Paul, por ejemplo-, o caen enseguida en la lógica de lo que se fuga ante la falta e dar, a través de una sólida puesta en escena"
LETRACELULOIDE - REVISTA VIRTUAL DE CINE Y LITERATURA